Estadpreparados

5 de diciembre de 2014

El secreto mejor guardado del infierno

Analizadlo todo, retened lo bueno. 1 Tes. 5.21. Por Miguel Angel Garcete


La Biblia dice en el Salmo 19 versículo 7 “La ley del Señor es perfecta, que convierte al alma”. ¿Qué es lo que dice la Biblia que es perfecta, en realidad, y convierte al alma?  Las Escrituras lo hacen ver muy claro que “la ley del Señor es perfecta, que convierte al alma”. Ahora, para ilustrar la función de la ley del Señor, vamos a ver por un momento la ley civil. Imagínese que yo le diga “tengo buenas noticias para usted.  Alguien ha pagado una multa de tránsito de $25,000 dólares que usted debía” Usted probablemente reaccionará diciendo “¿de qué estas hablando? Estas no son buenas noticias: eso no tiene sentido. Yo no tengo ninguna multa de tránsito de $25,000 dólares”.  Mis buenas noticias no lo serían para usted: esto le parecería una tontería.  Pero más que esto, sería ofensivo para usted porque yo estaría insinuando que usted ha roto la ley cuando usted no cree que lo haya hecho. Sin embargo, si lo pongo de esta manera, esto tendría más sentido: “En ruta a esta junta, la ley lo cronometro a 55 millas por hora en una área delimitada para una convención de niños ciegos.  Había diez señales claras que decían que 15 millas por hora es la velocidad permitida. Lo que hizo fue extremadamente peligroso; hay una multa de $25,000 dólares. La ley iba a tomar su curso cuando alguien que usted ni siquiera conoce pasó al frente y pagó la multa por usted.  Usted es muy afortunado”.


¿Puede ver que al decirle primero precisamente lo que usted hizo mal, realmente hace que las buenas noticias tengan sentido?  Si yo no traigo claramente la instrucción y el entendimiento de que usted ha violado la ley, entonces las buenas nuevas le parecerían tonterías o un insulto.  Pero un vez que usted comprenda que ha roto la ley, entonces las buenas noticias llegarán a ser realmente buenas.

Ahora, si de la misma manera me acerco a un pecador y le digo “Jesucristo murió en la cruz por tus pecados,” esto le parecería  una tontería y le sería ofensivo.  Tonterías porque no tendría sentido.  La Biblia dice que: la predicación de la cruz es locura a los que se pierden” (1Corintios 1:18). Y ofensivo porque estoy insinuando que él es un pecador cuando él no piensa que lo es.  En cuanto a él, hay mucha gente que es peor que él.  Pero si tomo un poco de tiempo para seguir en  los pasos de Jesús, podrá tener más sentido.  Si tomo el tiempo de abrir la ley divina, los diez mandamientos, y mostrarle al pecador precisamente lo que él ha hecho, que él ha ofendido a Dios al violar Su Ley, entonces cuando el llegue a ser, como dice Santiago, convictos de la ley como trasgresor” (Santiago 2:9), las buenas nuevas de que la multa ha sido pagada no será locura, no será ofensivo, pero será el poder de Dios para la salvación” (Romanos 1:16).

Ahora, con esa información en mente como una introducción, vamos a ver a Romanos 3, versículo 19.  Veremos algunas de las funciones de la ley de Dios para la humanidad.  Romanos 3, versículo 19 dice así: “Pero sabemos que todo lo que la ley dice, lo dice a los que están bajo la ley, para que toda boca se cierre y todo el mundo quede bajo el juicio de Dios.” Entonces una función de la ley de Dios es el parar cerrar la boca.  Para parar al pecador de que se justifique a si mismo y diga “hay mucha gente peor que yo. Yo no soy una mala persona, realmente…en verdad”.  No, la ley detiene a la boca de justificarse y deja a todo el mundo, no sólo los judíos, pero todo el mundo culpable frente a Dios.

Romanos 3:20 dice: ya que por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él; porque por medio de la ley es el conocimiento del pecado.” Entonces la ley de Dios nos dice qué es lo que es el pecado. 1 Juan 3:4 dice, pues el pecado es infracción de la ley.”  Romanos 7 versículo 7 dice: “¿Qué pues diremos? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley;” Pablo dice, “porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.” En Gálatas 3:24 vemos, De manera que la ley ha sido nuestro ayo, para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe.” La ley de Dios actúa como un maestro de escuela (ayo) que nos trae a Jesucristo para que seamos justificados mediante la fe a través de Su sangre.  La ley no nos ampara, sólo nos deja desamparados.  No nos justifica, sólo nos deja culpables delante de un Dios justo y santo en el día del juicio.

La tragedia del evangelismo moderno es que alrededor del principio del siglo veinte, abandonó a la ley en su capacidad de convertir al alma, para traer a los pecadores a Cristo, y tuvo que, entonces, encontrar otra razón para que los pecadores respondieran al evangelio.  Y el tema que el evangelismo moderno escogió para atraer a los pecadores fue el del “mejoramiento de la vida”.  El evangelio se degeneró en “Jesucristo te dará paz, alegría, amor, realización y felicidad duradera.”  Ahora, para ilustrar la naturaleza anti-bíblica de esta enseñanza popular, por favor escuche muy cuidadosamente la siguiente historia, porque la esencia de lo que estoy diciendo se basa en esta ilustración particular, por favor escuche cuidadosamente.

Dos hombres están sentados en un avión.  El primero recibe un paracaídas y se le dice que debe ponérselo porque mejorará su vuelo.  Al principio él está un poco incrédulo porque no puede ver como al usar un paracaídas en un avión pudiera mejorar el vuelo.  Después de un tiempo él decide experimentar para ver si ésta declaración es verdadera.  Mientras se lo pone se da cuenta del peso en sus hombros y empieza a tener dificultad en sentarse verticalmente.  Sin embargo, se consuela a sí mismo con el hecho de que se le fue dicho que el paracaídas mejoraría su vuelo.  Entonces decide darle un poco de tiempo.  Mientras espera se da cuenta de que otros pasajeros están riéndose de él porque está usando un paracaídas en un avión.  El empieza a sentirse un poco humillado.  Mientras empiezan a apuntarle y reírse de él, ya el no puede más y entonces se levanta de su asiento, se quita el paracaídas y lo avienta al piso.  Desilusión y amargura llenan su corazón, porque, mientras a lo que a él le concierna, le dijeron una mentira.

El segundo pasajero recibe un paracaídas, pero escuchen lo que se le dice.  A él le dicen que se lo ponga porque en cualquier momento saltará a 25,000 pies de altura fuera del avión. Él agradecido se pone el paracaídas, no se da cuenta del peso en sus hombros, ni de que no se puede sentar bien.  Su mente esta consumida con el pensamiento de lo que le puede pasar a él si saltara del avión sin un paracaídas.

Vamos a analizar el motivo y el resultado de cada una de estas experiencias.  El motivo del primer pasajero para ponerse el paracaídas es solamente para mejorar su vuelo.  El resultado de su experiencia fue el ser humillado por los otros pasajeros. Él está desilusionado y algo amargado en contra de aquellos que le dieron el paracaídas.  Mientras esté en su poder, un largo tiempo pasará antes de que alguien le ponga una de esas cosas en su espalda de nuevo.  El segundo pasajero se puso el paracaídas exclusivamente para escapar el salto por venir, y debido a su conocimiento de lo que le pasaría, a él, sin el paracaídas, él tiene alegría y paz profunda en su corazón porque sabe que será salvo de una muerte segura.  Este conocimiento le da la habilidad de tolerar la burla de los otros pasajeros.  Su actitud hacia los que le dieron el paracaídas es agradecimiento de corazón.

Ahora escuche lo que dice el evangelio moderno.  Dice “ponte al Señor Jesucristo.  Él te dará amor, alegría, paz, realización y felicidad verdadera.” En otras palabras “Jesús mejorará su viaje.”  Entonces el pecador responde, y en forma experimental, se pone al Salvador para ver si las declaraciones son verdaderas. ¿Y qué es lo que obtiene? La tentación, tribulación y persecución prometida en las Escrituras. Los otros pasajeros se burlan de él.  ¿Entonces qué hace?  Se quita al Señor Jesucristo, pues él esta ofendido y escandalizado (Marcos 4:17), él esta desilusionado y algo amargado, y de manera justa. Pues, a él se le prometió paz, alegría, amor, realización y felicidad duradera, y todo lo que recibió fueron pruebas y humillación.  Su amargura es dirigida hacia aquellos que le dieron las “buenas nuevas”.  Su estado postrero es peor que el estado primero. Resultado: otro caído de la fe, inoculado y amargo.

Santos, en lugar de predicar que Jesús mejora el vuelo, debemos de advertir a los pasajeros que van a tener que saltar del avión.  Que estáestá establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio,” (Hebreos 9:27).  Y cuando el pecador entiende las consecuencias horribles de romper la ley de Dios, entonces él va a correr hacia el Salvador sin reservas para escapar la ira que viene.  Y si somos testigos fieles y verdaderos, eso es exactamente lo que estaremos predicando. Que hay una ira que viene; que Dios “ahora manda a todos los hombres en todo lugar, que se arrepientan…” (Hechos 17:30). ¿Por qué? “Por cuanto ha establecido un día, en el cual ha de juzgar al mundo con justicia” (versículo 31). Mire, éste no es un problema de felicidad, pero de justicia.  No importa que tan feliz sea el pecador, que tanto esté disfrutando las comodidades temporales del pecado” (Hebreos 11:25).  Sin la justicia de Cristo, el perecerá en  día de la ira. No aprovecharán las riquezas en el día de la ira: Mas la justicia librará de muerte” (Proverbios 11:4). Paz y gozo son frutos legítimos de la salvación, pero no es legítimo es usar estos frutos como cebo para salvación.  Si continuamos haciendo esto, los pecadores responderán con un motivo impuro y sin arrepentimiento.

Ahora, ¿puede usted acordarse por qué el segundo pasajero tenía gozo en su corazón? Fue porque el sabía que el paracaídas iba a salvarlo de una muerte segura.  Y como creyente, yo tengo, como diría Pablo, gozo y paz en el creer” (Romanos 15:13), porque yo sé que la justicia de Cristo me va a salvar de la ira que viene.

Ahora, con esto en mente, vamos a tomar un vistazo más cercano a un incidente en el avión.  Tenemos una nueva azafata.  Ella está cargando una charola que tiene café hirviendo.  Es su primer día; ella quiere dejar una buena impresión en los pasajeros, y ciertamente lo hace.  Porque mientras está caminando en el avión, se tropieza con el pie de una persona y tira todo el café hirviendo sobre el segundo pasajero.  Ahora ¿Cuál es la reacción de él mientras el líquido hirviente toca su piel? ¿Acaso el dice? “¡Ussshh, como duele… Mmm-hhh!”  Claro, él siente el dolor.  Pero entonces ¿se quita el paracaídas de sus hombros, lo avienta en el piso y dice “estúpido paracaídas!”?  Claro que no. ¿Por qué lo haría de hacer? Él no se puso el paracaídas para tener un mejor vuelo. Él se lo puso para salvarse del salto por venir.   En cualquier caso, el incidente del café hirviendo le causaría aferrarse más al paracaídas y esperar con más ansiedad a que viniera el salto.

Ahora, si usted y yo nos hemos puesto al Señor Jesucristo por los motivos correctos, para correr de la ira por venir, cuando la tribulación viene, cuando el vuelo se torna turbulento, no nos vamos a enojar con Dios; no vamos a perder nuestra paz y gozo. ¿Por qué lo haríamos? No venimos a Jesús para obtener un mejor estilo de vida: venimos para correr de la ira que viene. Y si algo pasara, la tribulación atraería  al creyente verdadero a aferrarse más al Salvador.  Y tristemente tenemos multitudes de cristianos profesantes que pierden su gozo y paz cuando el vuelo se torna turbulento. ¿Por qué? Porque son el producto de un evangelio centralizado en el hombre.  Ellos vinieron sin arrepentimiento, sin el cual no puede uno ser salvo.


Parte del sermón predicado por Ray Comfort en Agosto de 1982 

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