De
acuerdo con la organización no gubernamnetal Intermón Oxfam, la
inequidad económica que caracteriza nuestra época hace que la
pobreza extrema en que viven millones de personas en todo el mundo
pudiera ser erradica hasta 4 veces utilizando los ingresos anuales de
tan solo 100 personas.
Nuestra
época, que, vista en perspectiva, es heredera y practicante de más
de cuatro siglos de un sistema económico específico, se caracteriza
en buena medida por la inequidad de sus mecanismos cotidianos, el
desequilibrio que, aunque suene increíble a algunos, hace posible la
precaria subsistencia de la mayoría. Un sistema que además,
ideológicamente, hace creer a los más que esforzándose mucho,
trabajando incansablemente, dando de sí hasta los límites de sus
fuerzas, podrían ser parte de los menos, ocultando taimadamente
todos esos hilos más o menos invisibles, estructurales, que hacen
que, paradójicamente, la riqueza y la pobreza sean situaciones casi
autónomas, ajenas a lo que una persona haga o deje de hacer en su
limitado ámbito individual.
Ahora,
sin embargo, la brecha entre los privilegiados y los desprotegidos se
ha ampliado a tal grado que, de acuerdo con la organización no
gubernamental Intermón Oxfam, la fortuna personal de 100
multimillonarios bastaría para erradicar la pobreza extrema del
mundo hasta por 4 veces.
La
ONG, que tiene su sede en Barcelona, España, preparó un informe al
respecto de la desiguladad económica titulado El
costo de la inequidad: cómo la riqueza y los ingresos extremos nos
dañan a todos,
el cual será presentado en la próxima edición del Foro Económico
que se celebra anualmente en la ciudad suiza de Davos.
De
acuerdo con Intermón Oxfam, “el 1% de las personas más ricas del
planeta han incrementado sus ingresos en un 60% en los últimos 20
años y la crisis financiera no ha hecho más que acelerar esta
tendencia, en lugar de ralentizarla”, por lo cual “los 240 mil
millones de dólares de ingresos netos de las 100 personas más ricas
del planeta bastarían para acabar cuatro veces con la pobreza
extrema”.
Asimismo,
como alternativa de solución, Jeremy Hobbs, director ejecutivo de
Oxfam, apela al poder que tienen líderes mundial para revertir dicha
situación, atacando problemas que la fomentan como los paraísos
fiscales o leyes laborales que privilegian la acumulación financiera
a costa de los derechos de los trabajadores.
“Los
más ricos se benefician de un sistema económico global que está
amañado a su favor”, declaró Hobbs.
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