Analizadlo todo, retened lo bueno. 1 Tes. 5.21.
Todo ocurrió mientras Willie se hallaba frente a su casa, en Atlanta (Georgia). No pasaba el mediodía cuando un desconocido le obligó a entrar en un vehículo y se marchó con él. Acababa de ser secuestrado. Al parecer, el raptor era un hombre joven que, durante varios días, había estudiado la rutina de la familia para poder apresar al pequeño sin oposición. Como en la más típica película norteamericana, su objetivo no era otro que el dinero.
El
poder de Dios es indudable. Eso es lo que debió pensar el pequeño
Willie Myrick, un estadounidense de tan solo diez años, luego de que
el despiadado que le secuestró frente a su casa le dejara libre por
cantar una y otra vez durante más de tres horas una famosa canción
de góspel, según ha explicado el «Daily Mirror» en su versión en
línea.
Todo ocurrió mientras Willie se hallaba frente a su casa, en Atlanta (Georgia). No pasaba el mediodía cuando un desconocido le obligó a entrar en un vehículo y se marchó con él. Acababa de ser secuestrado. Al parecer, el raptor era un hombre joven que, durante varios días, había estudiado la rutina de la familia para poder apresar al pequeño sin oposición. Como en la más típica película norteamericana, su objetivo no era otro que el dinero.
No
obstante, con lo que no contaba el secuestrador era con que Willie,
asustado, iba a cantar una y otra vez una canción de góspel
pidiendo al Señor que le protegiera. Las alabanzas del niño se
repitieron durante mucho más de tres horas y, finalmente, terminaron
por abrumar al secuestrador, que decidió abandonar de su propósito
y soltar al niño de nuevo en su casa pidiéndole que no contara lo
sucedido.
«Simplemente abrió la puerta y me echó», explica el protagonista. Ahora, en su iglesia todos dan las gracias a Dios por evitar un mal mayor bajo el grito contante de ¡Aleluya!
«Simplemente abrió la puerta y me echó», explica el protagonista. Ahora, en su iglesia todos dan las gracias a Dios por evitar un mal mayor bajo el grito contante de ¡Aleluya!
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